La revolución tecnológica a partir del surgimiento de las Tecnologías de la Información y la Comunicación establecieron los fundamentos de una nueva economía y sociedad llamada del conocimiento. Massimino (2013) explica que existe una amplia brecha entre la educación no formal, en donde, el uso de las TIC cobra gran protagonismo y la educación formal o académica. Porque tenemos a docentes migrantes digitales enseñando a alumnos nativos digitales, políticas educativas erróneas en materia de formación docente; otros relacionados con la falta de recursos financieros de los centros educativos; y algunos más enraizados en concepciones tecnofóbicas. Es necesario entender el contexto de la educación actual, donde las ventajas y desventajas de su uso están presentes.
Existe, una concienciación creciente en la mayor parte del mundo académico político, y en la opinión pública, de la necesidad potenciar su uso para el desarrollo y fortalecimiento de las dimensiones intelectual, cultural, social y académico. Aplicaciones derivas de las TIC estaban generando un conjunto de nuevos bienes y servicios que extendían un amplio abanico de conexiones hacia el resto de actividades económicas. Esta nueva manera de invertir, producir y consumir iría unida a nuevos patrones de comportamiento de todos los agentes económicos, que desembocarían en cambios sociales, institucionales y culturales de primera magnitud científica y tecnológica.
Los avances
tecnológicos producidos a partir de la segunda mitad del siglo XX, permitieron
profundizar en campos científicos como el de la neurociencia. Esto ha permitido
conocer cuáles son los mecanismos naturales del aprendizaje, como la
experimentación, la reflexión, la importancia de las emociones y la motivación
y, sobre todo, que aprendemos haciendo, no memorizando, y sobre todo que no
todos aprendemos de la misma manera. A través de los cuatro pilares de la
educación propuestos por Delors (1994, citado en Massimino, 2013) que son:
aprender a conocer; aprender a hacer; aprender a convivir y aprender a ser, Se
busca el desarrollo integral de la persona a través de la imaginación, la
creatividad y el pensamiento crítico, que permita el conocimiento de uno mismo
y del otro, superando las fronteras del individualismo, donde la gran
beneficiada sea la sociedad.
El objetivo a
partir de esta nueva concepción educativa es enseñar a los alumnos cómo conocer
y comprender, saber cómo actuar, cómo aplicar el conocimiento en diversas situaciones
y cómo participar de forma madura en la sociedad. Un modelo educativo pensado
así, debe incluir y desarrollar nuevas competencias, habilidades y destrezas.
Entre ellas podemos mencionar: la empatía, habilidades sociales, la resolución
de problemas, la transferencia del conocimiento, la innovación y el trabajo
colaborativo.
También las
destrezas técnicas en el uso de las TIC, pero sin olvidarnos de la importancia
de las destrezas analíticas y del pensamiento divergente, que es la capacidad
de ver muchas posibles respuestas a una pregunta, muchas formas de
interpretarla. Es decir, desarrollar las capacidades que nos permitan movernos
entre fronteras sociales, culturales e ideológicas.
La cuestión
ahora es saber cómo enseñarlas, un aprendizaje significativo cuando se pone en
práctica el conocimiento. Los alumnos aprenden mejor construyendo algo,
haciendo, experimentando, participando activamente. Aprender haciendo implica
poner al estudiante frente a situaciones reales o que simulen ambientes
profesionales, donde puedan probar, experimentar, pero también reflexionar y
analizar sobre el proceso mismo de la experimentación. Muchos autores proponen
un esquema del proceso de aprendizaje a través de la experiencia, dividido en
cuatro etapas: vivir la experiencia, reflexionar sobre ella, generar hipótesis
y aplicarlas. La teoría de las inteligencias múltiples nos ha enseñado los
diferentes tipos de inteligencia, como la lingüística, la lógico matemática, la
espacial, la intrapersonal o la interpersonal, la inteligencia es la capacidad
de resolver problemas, generar nuevos problemas o elaborar productos que sean
valiosos para la sociedad.
El problema es
cómo podemos poner en práctica una educación personalizada o adaptada a cada
alumno cuando nos encontramos, en la mayoría de los casos, con clases demasiado
numerosas o masificadas. Aquí es donde las TIC pueden ayudarnos en este cambio
de paradigma educativo, que propone un modelo de enseñanza centrado en el
aprendizaje del alumno, quien es responsable y partícipe de este proceso.
Es aquí donde
cobra importancia el rol del docente, mediante el empleo de estrategias
didácticas para que el estudiante tenga que enfrentarse a situaciones reales y
significativas para él, aplicar los conocimientos adquiridos para la búsqueda
de soluciones, tomar decisiones y aprender de forma autónoma, reflexiva y
crítica, con el fin de construir aprendizajes significativos. El docente se
convierte entonces en guía durante el proceso de aprendizaje, ayudando a los
alumnos a acceder y crear conocimiento, poniendo en juego sus estilos e
inteligencias.
Las TIC están
generando una nueva concepción de la adquisición del conocimiento. Lo
importante en este nuevo contexto es saber formular y plantear las preguntas
correctas en relación a esos datos, dar forma a un pensamiento creativo, combinando
diversas perspectivas y aproximaciones a un tema, saber trabajar con la información,
aprender a discernir entre lo que es válido y no. Desde el punto de vista
docente y académico podríamos considerar a las TIC como como fuente de
información, como herramienta colaborativa y como nuevo campo de estudio.
Referencia
Massimino, L. A.
(2013). Tecnología y educación: El humanista tecnólogo. Deconstruyendo la
frontera entre las dos culturas. ILCEA [En línea], 18 http://ilcea.revues.org/2096
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