La labor del tutor es fundamental para que los estudiantes aprendan y trasciendan incluso los obstáculos materiales y de rezago que deben afrontar. Un buen maestro, partiendo del punto en el que encuentra a sus estudiantes, tiene la tarea de llevarlos lo más lejos posible en la construcción de los conocimientos planteados en los planes y programas de estudio y en el desarrollo de su máximo potencial.
Asimismo, ha de contar con herramientas pedagógicas o andragógicas para hacer de los errores de los estudiantes, verdaderas oportunidades de aprendizaje, ayudarlos a identificar tanto el error como su origen. Generar de manera permanente experiencias exitosas que contribuyan a superar las situaciones difíciles, es una habilidad docente que propicia ambientes de aprendizaje cuyo objetivo es identificar y fomentar los intereses personales y las motivaciones intrínsecas de los estudiantes.
Fuente:
elaboración propia (2020).
En la implementación del currículo, el docente o tutor, toma en cuenta que las emociones y la cognición se articulan para guiar el aprendizaje. Hay emociones que estimulan, por ejemplo, la memoria a largo plazo, mientras que otras pueden afectar negativamente el proceso de aprendizaje de tal manera que el estudiante recuerde poco o nada de lo que tendría que haber aprendido. Esas emociones varían de un individuo a otro y puede motivar al alumno a aprender.
El tutor, en ese sentido, es clave para ayudar a los estudiantes a reconocer sus sistemas de motivación y cómo estos influyen en su aprendizaje. Para ello, los docentes deben conocer lo suficiente de los estudiantes. Asimismo, es necesario que tomen conciencia del efecto que sus expectativas tienen en el aprovechamiento de los estudiantes.
Todos los estudiantes sin excepción pueden, con apoyo de los adultos, alcanzar su máximo potencial. En este marco se inserta el concepto de Zona de Desarrollo Potencial (ZDP) a la que Vygotsky (1978) definió como “la distancia entre el nivel de desarrollo actual determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema y el nivel de desarrollo potencial determinado a través de la resolución de problemas bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz” (p.133). Esta visión del aprendizaje que ofrece la ciencia cognitiva moderna tiene derivaciones para la práctica docente que esta propuesta incorpora en la definición de sus principios pedagógicos.
En la actualidad se requiere de docentes [tutores] que promuevan el desarrollo de competencias, poniendo en juego sus habilidades para: diagnosticar, planear, diseñar estrategias didácticas y evaluar los aprendizajes; lo cual sólo puede darse en mediante ambientes de aprendizaje donde el docente asume el rol de gestor y facilitador de los mismos.
Desde la perspectiva de García (2001) el rol del tutor en los entornos virtuales de aprendizaje parte de sus habilidades y competencias y tiene las siguientes tareas: La primera tarea que debe desarrollar un tutor es lograr confianza en el alumno en cuanto al sistema de educación a distancia, orientándolo en su metodología. Por ello, el tutor debe conocer los fundamentos de la formación a distancia, las funciones que debe cumplir y las estrategias a emplear en la mediación pedagógica. También debe realizar constantes monitorizaciones de los progresos de sus alumnos en varios sentidos, al mismo tiempo que favorecer que éstos los realicen por sí mismos. Así como estar pendiente del momento en el que el aprendizaje tiene lugar, en el espacio que media entre lo que la persona ya sabe y puede hacer, y lo que selecciona y procesa activamente [con guías didácticas y luego por sí mismo], como información significativa para construir un nuevo significado y desarrollar nuevas competencias. El tutor enseña, orienta, e integra al alumno en el sistema.
Por lo anterior, un tutor efectivo en el cumplimiento de su rol debería poseer los siguientes atributos:
- Empatía: para lograr sintonizar con sus alumnos a pesar de la disociación del tiempo y el espacio, característica de los procesos de educación a distancia y de la multiplicidad de estilos personales de los alumnos.
- Pro acción: para lograr sortear los obstáculos y resistencias que se presenten tanto de tipo tecnológico como humano.
- Ser buen anfitrión: pues debe ser quien introduzca y mantenga motivados a los alumnos en esta modalidad.
- Maestría comunicativa: ya que debe manejar todas las posibilidades y alternativas de comunicación en los distintos soportes, siendo lo más claro posible a fin de no distorsionar la esencia de los mensajes. Debe, a su vez, ser mediador entre las múltiples comunicaciones generadas por la interacción entre los alumnos y un manejo eficiente y oportuno de las TIC.
- Expertez didáctica: que le permita seleccionar los contenidos y diseñar las actividades más pertinentes para el logro de los objetivos propuestos ajustándose al perfil del grupo de alumnos.
Los compromisos del tutor y el cómo estos se articulan para garantizar la satisfacción de quien aprende, se concretan a través de la planificación de los aprendizajes, conjuntando las dimensiones disciplinar, pedagógica, tecnológica y de investigación e innovación como características del tutor en educación a distancia. Tomando en cuenta también que la gestión del aprendizaje requiere de atender los campos, formativo, profesional-laboral, ético y colaborativo en el ambiente virtual de aprendizaje.
Referencias
García A, L. (1999). La educación a distancia
hoy (2a. Reimp ed.). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Vygotski, L. (1978). El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona: Crítica.
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